Nos encontramos en los meses más relevantes del año para el sector del transporte y la paquetería; casi sin habernos repuesto del Black Friday, el Ciber Monday y las navidades, nos encontramos en plena campaña de devolución de los regalos menos acertados y, como no, de las rebajas de enero.

En los últimos años, los hábitos de consumo han cambiado, de acuerdo con el estudio “Equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares” elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, el 42,5% de la población española ha comprado por internet en el pasado año, siendo la ropa y el material deportivo (tras el alojamiento vacacional) los sectores que más facturan. Lo que se traduce en que, tanto grandes superficies como pequeños y medianos comercios se han visto obligados a adaptarse a las nuevas tendencias y a ampliar sus servicios.

Los beneficios de las compras por internet también siguen incrementándose. Según la Comisión del Nacional de los Mercados y la Competencia, el comercio electrónico en España superaba ya los 10.900 millones de euros en el primer trimestre de 2019, un 22,2% más que el año anterior, motivos por los que esta transformación no alcanza solo a los comercios sino también al sector de la logística, el transporte y la mensajería. Hemos visto como los plazos de entrega se han visto reducidos sustancialmente como consecuencia de la entrada en el mercado de plataformas altamente competitivas. Así, las mensajerías tradicionales se han visto obligadas a ajustar sus modelos de negocio a dichos plazos de entrega para poder competir en el mercado.

¿Pero qué hay detrás de esos nuevos hábitos de consumo? Pues bien, para la mensajería y paquetería tradicional ha supuesto un gran esfuerzo de adaptación por el aumento desorbitado de trabajo en días claves, por la necesidad de competir con los ajustados plazos de entrega que ofrecen las grandes plataformas y por la ampliación geográfica de los servicios. Por si fuera poco, todos estos cambios tienen un trasfondo jurídico de gran transcendencia para el propio negocio que requiere de abogados cada vez más especializados.

Así, por ejemplo, el aumento de ventas en periodos tan concretos acarrea la necesidad de reforzar la plantilla. Además, en muchas ocasiones es necesario ampliar los horarios o bien reconfigurar los mismos para que sean más flexibles, lo que suele ir acompañado de conflictividad laboral en las empresas. Aunque el abanico de problemas es amplio.

Otra de las dificultades a las que se enfrenta el sector a la hora de repartir en distintas ciudades son las diferentes regulaciones locales, y los continuos cambios en las mismas, provocando inseguridad jurídica e incertidumbre entre los empresarios.

Particularmente, la creciente demanda del comercio electrónico con envío a domicilio ha originado que la entrega final de la paquetería dentro de las ciudades –lo que se conoce como el servicio de la última milla– se haya complicado. Un ejemplo reciente es el vivido por el sector en ciudades como Madrid con la aplicación de programas como Madrid Central cuyo sometimiento a los vaivenes políticos ha generado una gran inestabilidad.

A este respecto también, la perspectiva de una movilidad más sostenible impuesta por la sociedad y la legislación está obligando al sector a tener que adaptar total o parcialmente su flota a vehículos eléctricos o de gas natural –para reducir la emisión de gases contaminantes– toda vez que parece bastante claro que la tendencia se dirige en esa línea.

Asimismo, otro de los retos a los que se enfrenta el sector transporte es la digitalización. Cada vez más, se incorporan mecanismos tecnológicos para mejorar la eficiencia de su actividad tales como sistemas de geo-posicionamiento y navegación que les permiten optimizar las rutas evitando incidencias del tráfico y reduciendo los tiempos de entrega. Incluso el uso de algunas de las nuevas aplicaciones puede ayudar a reducir los kilómetros en vacío que realizan los vehículos, lo que conlleva no solo una reducción de las emisiones contaminantes, sino una mejora de la eficiencia del negocio y un mayor compromiso medioambiental.

Por todo ello, el sector del transporte y la paquetería se está viendo obligado a evolucionar rápidamente e implementar los medios necesarios para adaptarse a estas nuevas tendencias y hábitos de consumo, además de tener que hacer frente a las controversias jurídicas que, como hemos visto, se pueden derivar de estas nuevas realidades y, para la cual el apoyo de profesionales especializados se vuelve una necesidad.